Tenían pocas esperanzas de encontrar a Helga viva entre las
toneladas de escombros en que el terremoto convirtió la ciudad. Pero sí.
Apareció. Y respiraba. Cuando salió del hospital, de vuelta en casa, al otro
lado del océano, su vida no podía ser igual. Cada día le parecía un regalo.¡ Cada
mañana se sentía tan agradecida y llena de energía…! No, ya no podía volver
sin más a la oficina, rellenar expedientes, organizar archivos…había muchas cosas que cambiar. Empezó por volver a Haití
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