Alguien empezó a llamarme “señora”. De un tiempo a esta parte es más frecuente y estoy empezando a preocuparme. Pienso: es por mi marido ¡cómo está comenzando a quedarse calvo...! Me miro al espejo y descubro esas pequeñas arruguitas alrededor de la boca y de los ojos, las incipientes canas que cada dos por tres necesitan un retoque... Mi hija se ríe: ¿cómo quieres que te llamen?. Y lo peor, mi marido me recuerda que es más joven que yo...
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