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jueves, 31 de octubre de 2013

Enigmático


Te he leído de mil formas: por dentro, por fuera, entre líneas, bajo el flexo o a plena luz del día. He sabido recoger las fugaces letras que pierdes a tu paso involuntariamente. Se desprenden de tu cuerpo como hojas caídas de un árbol por el viento cálido de tu aliento. He sabido recogerlas, pero intento y me afano tercamente en reconstruirte sin éxito. No puedo plagiarte, ni siquiera imitar alguno de tus más sutiles flujos que van y vienen, inacabables, al trasluz de tu existencia. Cuanto más te conozco menos te entiendo, pero más me cautivas. Me intrigan las lagunas perdurables en las que te sumerges de incógnito si nadie mira, los refugios estelares donde aterrizas cuando alzas el vuelo y huyes de la cotidianeidad, los profundos e impenetrables abismos que te hacen nublar la sonrisa. Me seduce tu dulzura, la inexplicable forma con la que amaneces mi ánimo, el complejo mecanismo que te mantiene impoluto a pesar de tus vilezas. Y aunque te estudio al detalle y me paso las horas perdida en tu concepto, no soy más que una torpe aprendiz con pretensiones de erudita, una víctima de tu ardiente onda expansiva, una desafortunada lunática adicta a tu enigmática forma de ser.

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