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jueves, 14 de noviembre de 2013

¡Ay Huelva de mis "olores"!


Ya viniendo de Sevilla, a la altura de San Juán,
percibíamos olores a salitre y "bajamar"...
Pero, ahora ¿qué ha pasado?,
esto ya no es cualquier cosa,
se nos mete por el coche,
el olor a celulosa.

Entrando por la Isla Chica,
daba olor a vaquería
que aunque no fuese agradable,
tampoco era "porquería".

Al final de este trayecto,
nos espera el Barrio Obrero ...
bendito aroma a celindas,
a nardos y a jazmineros.

Claro, que si ahora entras,
por la antigua carretera,
solo te huele al asfalto,
y a "escapes" en la primera.

Por la Alameda Sundheim,
mientras llegabas al "Punto",
te embriagaban los aromas ,
a cabezo y jardín juntos.

Mas, por ahí (amén del tráfico),
(si todavía respiras)
te inundarán los "aromas",
que las fábricas te envían.

Seguimos a la Gran Vía
con olor a tradición,
por el jazmín amarillo ,

de la Casa de Colón.

Y el "Brasil Grande"que emana,
de las colada su olor,
a frituras y a "puchero",
y a ropa tendida al sol.
¡Qué lástima que, todo eso,
un día desapareció!

En la Plaza de las Monjas,
(ahí se ponía el broche),
despidiendo sus parterres,
olor a dama de noche.
El quiosco de "la rubia",
me perdone la hamburguesa,
su olor a las papas fritas ,
se me quedó en la cabeza.

De las tiendas de tejido,
también se desprende olor,
y de imprentas y de bares ,
de la calle Concepción

Al llegar hasta la iglesia,
se unían las sensaciones,
cuando salían de ella
por Marzo, las procesiones...
con la cera, con las flores,
y con el incienso...¡olores!

Al llegar a la Placeta,
se te cambiaba el talante,
cuando te daba la brisa ,
desde el muelle de Levante.

Olor salino, de brea,
de redes y de pesqueros,
y de cajas de caballas ,
que traían los marineros.

¿Qué ocurrirá si nosotros,
doblamos aquella esquina?
Que te emborracha el perfume,
a eucaliptos y a marisma.

¡Paseo de la Punta el Sebo!,
el de mis niños amores,
nos embriaga la brisa ,
de la ría y sus olores.

Pero, ocurrió que un buen día,
a alguien se le ocurrió,
venir a instalar en él,
el Polo de Promoción.

Y... aquello fué la debacle,
ya te picaban los ojos,
y se quemaron a un tiempo,
eucaliptos y matojos.
Lo mismo ocurría en La Rábida,
donde el olor a marisma ,
a los pinos y a la jara,
vino a ser sustituído,
por un olor a "zurrapa".

Y no vayamos a hablar,
de los olores puntuales:
Nochebuena, los pestiños,
los roscos, los polvorones,
que salían de cada casa,
y te iban anunciando,
que la noche más bonita ,
ya se nos iba acercando.

El romero en los Belenes,
el serrín, los almireces,
y las pitas y el "verdín",
del cabezo Los Ingleses.

San Sebastián, los palmitos,
"Mi Huelva tiene una ría",
tras el Santo, despacito.

La otra fiesta, la del Corpus,
tradición que aún perdura,
el aroma de la juncia y del romero...
¡gloria pura!

En las Fiestas Colombinas,
(que estaban en los tinglados),
con el olor a la brea,
de mercantes fondeados,
nos llegan otros aromas:
los del algodón de azúcar ,
los chumbos y... "El Navajaso".

Y al despuntar la mañana,
con la brisa mañanera,
los buñuelitos  bien fritos,
de gitana buñolera,
enganchados en la palma.

Y en la feria de la Cinta,
otra vez ponche y buñuelos,
por San José, La Merced,
y la cuesta Carnicero,
con flamenco, "sevillanas"
y con la Orquesta Molero.

¡Olor de la HUELVA mía!
dolor de mi tierra hermosa,
pues si queremos aromas,
(ya no huelen ni las rosas),
te vas a un Supermercado,
(¡ay tiendas de comestibles ,
con sus olores mezclados!),
y allí te compras a gusto ,
(pues para todo gusto hay),
algún aroma que emane ,
del ambientador o "espray".


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