Podría
cerrar los ojos y encontrarte entre cientos de cuerpos. Reconocer ese aroma tan
íntimo, tan penetrante, tan natural…embriagadoramente único. Sé que te turba mi
manera de arrimar la nariz a tu pecho, que te apartas incómodo cuando te olfateo
descarada a modo de sabueso, pero no puedo evitar perseguir la fragancia que desprende cada poro de tu piel. No imaginas cuánto me aturde, cuánto me agrada, cómo me hipnotiza... Se
despierta en mis entrañas un instinto primitivo, casi animal, que me hace perder
la cordura y adoptar movimientos retrógrados, obedecer fielmente al cóctel de
hormonas intempestivas que dejan seco mi vientre. Seco, y con ganas de beber. Entenderás
mis pérdidas de control, mi lucha interna pero prudente, o que te culpe
intransigente cuando te perfumas y enmascaras la tez. Me cuesta doblegar las maneras si ocupas mi espacio.Y es que tu olor es mi
bálsamo, mi vicio, mi odorífera perdición.
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