No quería
como marido a ese engreído, aunque hubiera nacido en su poblado. Había crecido
en Nueva York y había costumbres que le costaba aceptar. Pero ¿Cómo enfrentarse
a la familia? Sabía que si no se quedaba embarazada sería repudiada, así que
usó todos los medios para ello. Su marido la echó después de un año sin
descendencia. Se fue encantada a su verdadero hogar, junto a su amado hombre
blanco, que llenó su vientre en cuanto se amaron con toda la pasión contenida.
Por primera vez en mucho tiempo la mujer de piel de chocolate durmió en paz
bajo el inmenso cielo de una ciudad sin estrellas.
También publicado en el blog de la autora www.adondelcaminoira.blogspot.com
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