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miércoles, 12 de febrero de 2014

AMOR O CONJURA


Desde que se mudó, coincidían todas las mañanas en el ascensor. Atento le abría la puerta y le deseaba buen día. Creía en el destino, ¡anhelaba volverla a ver de nuevo! Cuando cada uno se encontraba en su casa, en el secretísmo que ofrece la noche, él la idealizaba y pedía que Cupido le echara una mano con sus flechas. Mientras,  ella conjuraba en la oscuridad, clavando alfileres en aquel muñequito de trapo que tanto se parecía a su vecino.

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