Cada mañana se despierta con la misma imagen del techado de paja de su
hogar en Dindefelo y su ilusión intacta. Cada día sigue de nuevo los senderos
polvorientos que le llevan al límite de la aldea, siendo el blanco de burlas y
risas en su rutinario caminar. Hoy podrá subir un piso más la torre de madera que
lleva construyendo tanto tiempo. Nadie se reirá más de él cuando consiga
alcanzar la luna.
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