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jueves, 12 de marzo de 2015

13 MARZO 2004



Me llamaron al tren para decirme que fuera a casa directamente porque ya había muerto. Me alegré de no ver su agonía. Ya  me había despedido de ella. Hacía una semana que pasamos un día entero solas. Estaba tan lúcida para sus 96 años.
En Atocha me impactó el olor a cera. En el hall cientos de velas encendidas, flores marchitas, peluches, fotos… 
Lloré, lloré desconsoladamente por mi abuela y por los 192 pasajeros que habían muerto en el atentado.

Teresa Armida

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