Desde su
llegada no le vimos esbozar una sonrisa. Sus enormes ojos estaban llenos de
espanto. Supongo que las imágenes que había presenciado, y que un niño nunca
debería ver, cruzaban sus pensamientos, y sus sueños, como una película ininterrumpida.
Solo la nieve cayendo en grandes copos sobre las montañas, consiguió que Aisha,
refugiada de Sudán, volviera a ser niña
por un instante, y nos mostrara una sonrisa tan leve como los copos, pero
sonrisa.
Autora: Reyes Alejano |
No hay comentarios:
Publicar un comentario