Las cuatro y media de la tarde y aún no había llegado. Era extraño, cuanto menos preocupante que una persona tan puntual no hubiera dado señales de vida. Dentro del grupo empezamos a especular: una visita de última hora, una llamada telefónica por algún asunto urgente, no llegó al autobús de las cuatro... Después de los comentarios de unos y otros, vimos llegar a su asistente; el profesor de baile había tenido un gran "movimiento de tripas" y estaba tratando de neutralizarlas.
Autora: Lucía Motero
Autora: Lucía Motero
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