Soñadoras de días templados revoloteaban en las apacibles tardes de olor a lilas y geranios. Engalanaban sus moradas entre las balconadas arrogantes y los alféizares sigilosos. Caprichosas se tornaban testigos fugaces de susurros amorosos. Acudían juguetonas a la cristalina fuente donde acariciaban alertas el transparente frescor del agua y dibujaban un sinfín de acrobacias sobre el lienzo luminoso. Así recuerdo las primaveras de mi infancia, ahora ajado por el sigilo inescrutable de los otoños, no presiento sino cuervos al acecho.
Distintas etapas en la vida y distintos estados de ánimos. Buen micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Carmen por tu comentario. Se trataba de un relato sobre golondrinas, y no sé si por el estado de ánimo o por asociación de ideas, surgió así.
EliminarUn saludo.