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jueves, 7 de mayo de 2015

Presencias Literarias en la Universidad, 6 mayo 2015, con Eduardo Mendoza.


  
Foto de Pilar Arenas

Noticia de HuelvaYa.es

Eduardo Mendoza desvela ‘La verdad sobre el caso Savolta’ en la Onubense

El célebre autor visita la Universidad de Huelva en el 40º aniversario de la publicación de su aclamada primera novela.
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La visita de Eduardo Mendoza a las Presencias Literarias del Área de Cultura de la Universidad de Huelva, este miércoles  tarde, dentro de la Semana de las Letras, se salda con una convocatoria mayor a la esperada, en una cita marcada por las anécdotas y por el buen humor del escritor barcelonés.
El autor de algunas de las novelas más elogiadas (tanto por la crítica como por el público) de la literatura española reciente, como lo son ‘El misterio de la cripta embrujada’ (1978), o ‘Sin noticias de Gurb’ (1991), o de las más actuales ‘Riña de Gatos. Madrid 1936’ (Premio Planeta 2010) y ‘El enredo de la bolsa y la vida’ (2012), se ha mostrado muy contento de volver a Huelva y de poder pasear por ella, ya que según sus palabras, es una ciudad que le gusta mucho.
El encuentro, que ha estado amenizado en todo momento por las preguntas de los asistentes, ha dado el pistoletazo de salida con el pretexto de la conmemoración de su primera novela publicada ‘La verdad sobre el caso Savolta’ (1975), reeditada en su 40º aniversario bajo su título original ‘Los soldados de Cataluña’.
La censura dijo que había que cambiarle el título, según Mendoza “porque quizás creyó que era un llamamiento a las armas y al separatismo”, lo cual agradece, porque considera que el definitivo es un mejor título. “La censura ayudaba mucho a mejorar los libros, ya que obligaba a pensar las cosas y a reflexionar antes de escribirlas y antes de presentarlas. Ahora uno puede publicar lo que le dé la gana, y eso es muy mal asunto” bromea.
Según el informe del censor, incluido en la presente edición, ‘Los soldados de Cataluña’ se trataba de un “novelón estúpido y confuso, escrito sin pies ni cabeza” que incluía “casamientos, cuernos, asesinatos y todo lo típico de las novelas pésimas escritas por escritores que no saben escribir”. Según Mendoza, eso es exactamente lo mismo que él piensa, “así que al menos hubo alguien que entendió de qué iba la cosa”.
No obstante, confiesa que el libro marcó su vida en muchos aspectos. “Me he encontrado a una generación posterior de escritores que me han dicho que en el instituto o en la escuela les dieron a leer ‘La verdad sobre el caso Savolta’ y que les resultó determinante”, por lo que se muestra sumamente satisfecho.
Al ser preguntado sobre quiénes fueron sus influencias más marcadas, el autor declara que aprendió fundamentalmente de tres escritores; de los grandes Pío Baroja y de José María Gironella y de un amigo de su padre que “escribía libros horrorosamente mal”. Porque según él, leer a autores malos es una práctica muy buena para aprender a escribir, ya que se aprenden “muchísimas cosas que no hay que hacer nunca” y “además es sencillo” porque “se encuentran por todas partes”.
De sus novelas asegura que “las trabajo mucho, porque pienso que han de funcionar como una maquinaria de reloj suizo”. Confiesa que le gusta escribir con bolígrafo, porque “el ordenador es una buena herramienta, pero una mala compañía” y afirma que “hay que hacerlo con americana y corbata” ya que “escribir en chándal no puede salir bien”. Según él “relajarse es malo para el trabajo”, así que recomienda “zapatos estrechos y quitar el aire acondicionado; (porque para escribir) hay que sudar la camiseta”.
Según Mendoza, hay quien le recomienda que se dedique al género del humor en exclusiva, porque “hay poca gente que lo hace y (libros) tarugos los hacen mucho. Pero tengo que hacer lo que me pide el cuerpo”. Por eso alterna la creación de novelas complejas que requieren de investigación, y que, según él, le llevan a estar ocupado por largos periodos de tiempo, frente a los libros de humor, a los que les dedica generalmente un verano.
El apunte controvertido lo pone en el plano de la educación; “en las escuelas dicen que es divertido leer para animar a la lectura, pero no hay que leer porque sea divertido”, y aboga por otras causas como la necesidad de aprendizaje y el sacrificio. Reivindica las novelas de Marcel Proust y de James Joyce, y recomienda leer grandes obras literarias en los años de escolarización, porque “no sé si lo importante es que se aficionen a leer tonterías”.
En opinión de Eduardo Mendoza los profesores deben inculcar a los alumnos que “hay que leer, porque si no te meto un puro que te enteras”, confiesa entre las risas del público.


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